A Lhahl le encanta viajar por todo el mundo; para hacerlo se tira de la trenza derecha y aparece donde quiere.

Lhahl es una gnomo muy sentimental y romántica, y le gusta visitar lugares que no tengan demasiada gente,y donde vivan muchas flores.

Así fue que un día, después de recibir una carta de Agüita de Mar, la princesa detective, decidió viajar al Himalaya. En la carta, Agüita de Mar le contaba que en una montaña de Nepal estaba perdido un tesoro y le habían encargado irlo a buscar. Lhahl preparó su mochila de viaje. Adentro puso sus medias, su cepillo de dientes, una foto de Bhuhb y un libro de Dailan Kifki. Tiró de su trenza derecha e inmediatamente apareció en el campamento donde estaban las princesas Agüita de Mar y Alba, que es muy aventurera. El campamento estaba al pié de Dhaulägiri, una montaña muy alta.

Mientras se preparaban para el largo viaje, los señores que las iban a acompañar les cantaron una canción:

La canción de la flor de otoño

Había una vez una flor
que sentía como iba subiendo
por su tallo un calor

Y sus pétalos fue abriendo
Y la flor no entendía
porqué tenía calor
si no era de día

Pero el calor
era también un temblor.
Cuando se dio cuenta
que una hormiga atenta
para ponerla contenta
le traía un poco de agua

Y ahí entendió que el calor
en realidad se llamaba amor .

Subieron todos contentos por la montaña Dhaulägiri. Muchos días duró la travesía. Y cuando estaban por llegar, a Lhahl se le ocurrió preguntar: "¿alguien trajo el mapa?", y tuvieron que regresar.

Unos días más tarde, con el mapa en una mano y una lupa de travesía en la otra, Agüita de Mar se detuvo a buscar. Miró debajo de una piedra y dijo: "¡Es ésta!".

Levantó la piedra del piso y abajo de ella estaba escrito: "Aquí está lo que viniste a buscar".

Agüita de Mar le di la piedra a Alba y ésta se la dio a Lhahl. Lhahl agarró la piedra y se dio cuenta que era de cristal, y que adentro un castillo se ponía a brillar.

Miró a los acompañantes, a Agüita de Mar y a la princesa Alba. Se tiró de la trenza izquierda y se volvió muy chiquita. Tanto que por un agujerito en la piedra pudo entrar. El castillo era muy chiquito, y adentro vivía un enano que escribía cartas de amor para las tardes de otoño.

- Hola - dijo Lhahl.

- Hola - le contestó el enano.

- ¿Tú eres el dueño de este enorme castillo? - le preguntó Lhahl.

- Sí, y vos sois Lhahl. - dijo muy formalmente y atento el enano- la princesa Alba me habló de vos. Rogaría os sentarais. Tengo algo para vos.

Lhahl se sentó. El enano salió un momento de la habitación, que estaba llena de papeles, libros, escritos y regalos mágicos que le habían hecho.

Al ratito nomás, volvió a entrar con un sobre cerrado y, sin decir nada más, se lo dio a Lhahl. El sobre era azul como el cielo y tenía bordados de hojas de flor de lis, y un dibujo de un elefante blanco. Tenía escritas dos palabras: "Para Lhahl".

Abrió el sobre y adentro salieron volando miles de luciérnagas chiquititas, las del ballet de luciérnagas, y en el aire dibujaron un corazón en donde decía: "Lhahl" adentro.

Lhahl se puso a llorar por lo emocionada que estaba y casi inunda el castillo. Abrazó al enano y de la piedra salió. Afuera todos estaban durmiendo y no los quiso despertar. No hacía falta que le digan quien le había mandado a esa travesía. Así que se fue hasta el acantilado y se puso a esperar, para ver si podía ver, a su Bhuhb amado pasar.


El cumpleaños de Lhahl

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La Portada

 

Las Aventuras de Bhuhb. Textos de Federico Joselevich e ilustraciones de Paola Stefani. Textos © 1998-2007 by Federico Joselevich. Ilustraciones © by Paola Stefani.