- ¿Pero vos sabés la historia de la princesa Alba? – le dijo el gnomo Bhuhb a su novia Lhahl.

   -No, no sé la historia de la princesa Alba – le contestó Lhahl muy prudentemente -. ¿Está buena?

   - ¿La princesa Alba? Sí, todos los príncipes dicen que está buena.

   De hecho, el problema de la princesa Alba es que uno se le había enamorado perdidamente y no sabía quién de todos los príncipes era el que le mandaba tantas cartas y tantas de esas flores todo el tiempo. ¡Y las flores se las mandaba en macetas!

   Y sufría un poco porque pensaba que, al final, todo era sólo para poder casarse con ella y subir al trono del reino.

   Había un príncipe, que era quien le mandaba las flores en maceta, que era un poquitín feo, y por eso es que él no se animaba (también era tímido) a acercarse a la princesa y decirle que era él quien le mandaba las cartas y las flores.

   El príncipe se llamaba Teobaldo.

   Alba no entendía del todo que pasaba. Ella amaba tanto las flores que no le gustaba que las corten y este enamorado se las mandaba en maceta.

   Esto le gustaba mucho, así como las cartas que eran todas escritas con mucha cautela y mucha pasión.

   Un día a la princesa Alba (que siempre se vestía de Azul Marino), se le ocurrió hacer una fiesta e invitar a todos los príncipes.

   Ahí se iba a dar cuenta quién era el príncipe que tanto se concentraba en conquistarla.

   Entonces se le ocurrió una idea genial: les pidió a todos los príncipes que llevaran flores a la fiesta para homenajear a las damas que iban a asistir.

   Ocho días y ocho noches se tardó en preparar la fiesta. A mucha gente se invitó y finalmente, el día llegó.

   Vinieron el Rey Topo con su hija Topa que tenía unas trenzas hechas con raíces.

   Vino el Príncipe Encantado volando en una alfombra roja.

   Vinieron muchos, todos con flores exóticas, de colores y de formas raras, con olores inexplicables (una flor olía a helado de limón), luminosas, transparentes, hasta que entró el príncipe Teobaldo (que era un poquitín feo).  Él llevaba solamente una margarita en una macetita de mimbre.

   Alba se le acercó, lo miró a los ojos y le dijo: "Vos sos el príncipe más hermoso de todos los príncipes".

   Así fue que se casaron y tuvieron un vivero que fue famoso en todo el mundo.

 

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Las Aventuras de Bhuhb. Textos de Federico Joselevich e ilustraciones de Paola Stefani. Textos © 1998-2007 by Federico Joselevich. Ilustraciones © by Paola Stefani.